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jueves, 7 de noviembre de 2013

En picada

Maurice. –Muy buenas noches bella dama. Me ha susurrado el viento que en las orillas de esta desierta jungla tropezaría con la sombra de una hermosa mujer pero jamás imaginé tal grado de belleza cual la suya. Dígame, ¿cuál es su nombre?
Margaret. ¡Vaya! En verdad pensé que nadie habitaba en este lugar, no he visto ni un sólo animal ni he escuchado voz alguna más que la suya, mi nombre es Margaret y dígame, ¿quién es usted?
Maurice. –Eso, señorita, realmente no importa, pero le diré que me llamo Maurice. Lo que me ha de intrigar es ¿cómo ha llegado tan delicado ser a estos fúnebres, salvajes y fríos rumbos?
Margaret. – ¡Es una muy trágica y triste historia! El avión en el que volaba tuvo problemas y la turbulencia los empeoró, íbamos a caer en cualquier momento así que decidí saltar, tomé un paracaídas y me arrojé. No supe qué pasó con las demás personas, el avión siguió en picada mientras yo decencia hacia esta jungla. Mi paracaídas se quedó atorado en esos árboles detrás de usted  y tuve que cortarlo para poder zafarme, caminé un poco pero no encontré a nadie que me auxiliara, creí estar sola hasta que escuché su voz. ¿Y usted por qué está aquí?
Maurice. –Sí que es triste y trágica su historia, permítame contarle la mía. Nací aquí, jamás pregunté a mis padres cómo es que llegaron ni por qué. Fui creciendo al mismo tiempo que ellos envejecían y llegada mi adolescencia falleció mi padre y unos meses después mi madre dejándome totalmente huérfano, por suerte aprendí a escoger los frutos que me daban de comer y por desgracia como decían ellos me falta la carne, pues jamás se ha visto animal alguno aquí, me hablaron sobre ellos pero sólo viven en mi imaginación. Jamás he podido salir de aquí, no hay salida, lo he intentado todo y siempre regreso al mismo lugar, es imposible.
Margaret. – ¡Es una verdadera lástima, cómo quisiera ayudarlo! Bueno por ahora no podré pues son ya las doce menos cuarto y estoy realmente cansada.
Maurice. – ¡Margaret! ¡El tiempo se ha ido volando es muy peligroso permanecer en tierra a esta hora, debemos subir a un árbol, venga yo le ayudo, apoye su pie en mis manos y brinque, debe escalar e ir lo más alto que pueda!
Margaret. – ¡Está bien, subiré! Pero dígame por qué es tan peligroso.
Maurice. – En punto de las doce de la noche se escuchan truenos aunque todo esté en calma, mas no se ven, el viento comienza a hacerse cada vez más frío y denso, tanto que a nivel del suelo se forma una neblina con la que es imposible respirar pues congela los pulmones de quien lo intente, las raíces de los árboles comienzan a crecer y a moverse tumbando todo lo que haya a su paso de manera que si se encuentra abajo le hacen tropezar o le sujetan, la tierra comienza a hacerse cada vez más suave, pero no se vuelve arena movediza, se vuelve ácido, el ácido más letal que pueda existir o llegar a inventarse y quien tropiece se hunde en él, se ahoga, se quema y se deshace.
Margaret. – ¡Eso es muy aterrador!, que bueno que ya estamos sobre el árbol, pero, ¿cómo sabe usted eso si no ha habido más seres aquí?
Maurice. –Porque así fue como morí.

miércoles, 17 de julio de 2013

Quiero

Quiero evaporar el rocío que yace en tus labios y fundirlos en la llama de los míos.
Quiero rozar tu piel desnuda con el suspiro de mis ojos mientras gritan tu hermosura.
Quiero vivirte aunque sea un segundo, sentir tu sonrisa en mi alma y desnudar la tuya.
Quiero saberte real y pensarte eterno, conmigo, o sin mí.
Detener el tiempo y romper las manecillas del reloj al que le urge apartarnos y olvidarnos.
Quiero tenerte en mis brazos...
Y saber que no estoy soñando.

sábado, 12 de enero de 2013

Cenizas

Estás ahí, brillante con esa mirada que promete protegerme.
No sé cómo. Me das fuerza.
Conoces mi debilidad y mi miedo.
Aprietas los ojos y te das vuelta.
¿A dónde vas?
Te sigo, no volteas, sigues caminando hacia el fondo de este pasillo gigante.
¿A dónde me llevas?
Apresuras tu paso y respiras entrecortado, aún no me explico de qué huyes así que corro tras de ti para calmarte.
¿Por qué corres?
Me recorre la angustia y la incógnita de a dónde querrás llevarme y de qué escapas.

Volteo, no hay nada ni nadie atrás.

Caigo de rodillas al piso y las lagrimas de pánico comienzan a rodar por mis mejillas.
No me llevas a ningún lado, estás huyendo de mí.
¿Qué hice?
Todo estaba bien ayer, hacía que el cielo se viera despejado pues sé que no  te gustan las nubes.
Te dediqué mucho tiempo, pensé que lo estaba haciendo bien, yo me sentía bien.

Entre este imparable llanto no puedo respirar, mi mente me está ahogando, no veo nada y no puedo resp...


¿Qué pasó?

Abro lentamente los ojos y frunzo el ceño, esa luz me está cegando.
No puedo ver nada.
Hace mucho calor
¿A dónde te fuiste?

Todo comienza a tomar forma.

El fuego es abrasador, es como una llama gigantesca por todo el lugar, todo se cae a pedazos, no puedo levantarme.
¿Tú me hiciste esto?
No puedes deshacerte así de mí, ¿o sí?
El fuego está a mi alrededor, está por todos lados, no hay forma de salir, veo las cosas consumirse.

Siento un ardor inmenso, no puedo moverme.

¿Por qué me dejaste aquí?
¿Por qué huías de mí?

Grito tu nombre, el fuego me responde, es ensordecedor.
Todo se torna en cenizas, no puedo ni voltear a verme, ya no siento nada.
Todo se ha ido, lo has quemado junto conmigo.
Espero no te suceda esto.
Prefiero arder así y ver por última vez esta llama en mí que dejarla apagarse poco a poco.
La llama que creí real.

Oscuridad.

¿Qué es esto?
No puedo ver nada. No puedo sentir mi cuerpo y aun así me siento flotar.

Cerraré mis ojos, quizá sea un sueño.


<<Intentó despertar, pero no era un sueño. Sin embargo entró en un sueño infinito que la dejaba sentir de verdad, moverse en libertad y le permitió olvidar todo.

Duerme.

Vive.>>









martes, 8 de enero de 2013

Amor

Tenemos un conocimiento muy bajo sobre qué es la vida, aunque quizá la pregunta sea cómo vivirla.
Y la muerte, ¿qué es? quizá no sea el final, quizá.
¿Cómo vivir después de ella?
Y el amor.
 El amor que es todo, muerte, tristeza, felicidad, amargura, rabia, plenitud, sueños, rudeza, coraje, pasión, esfuerzo, lágrimas, sonrisas.

Ese amor del que no tenemos ni un mínimo conocimiento, pero no hace falta conocerlo para sentirlo.

Muero

Hay veces en las que ya no puedo dormir.
Lloro.
Mi cuerpo es la tumba fría que los dioses destinaron para mi alma.
Tiemblo.
Las lágrimas que corren por la mejilla desnuda de mi rostro son el reflejo de mi humanidad.
Sufro.
Los lloriqueos que se ahogan en mi garganta consumen la sonrisa que ahí vive.
Muero.

Vivo.
Siento.