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viernes, 13 de julio de 2012

Siente

Voy a escribir algo que jamás se ha de borrar, 
algo verdadero y real.
Voy a escribir la noche fría y lluviosa.
Voy a escribir tus labios.
Voy a sentir tus ojos y a mirar tu alma.
Voy a respirar tu voz.
Voy a proclamar tu aroma como himno.

Siento tu calor en mi abrazo,
tu abrazo en mi palpitar.
Siento las lágrimas corriendo por la mejilla del deseo.
Siento tu cuerpo vivir.

El estruendo de los pensamientos que brotan por mi mirada yacen en tus ojos.
Te siento mío,
mas no te tengo.

Tiemblo de miedo al pensar dejarte.
Aún sabiendo que jamás será.

Sufro en silencio, no quiero contagiarte. 
Ni que se pierda tu mirar.
Vente, llámame por mi nombre, por el que me has llamado.
Vente, y llévame contigo.
Sácame de este delirio.
Llévame.

No diré cuánto.
Se terminaron los pañuelos, las lágrimas jamás lo harán y sueño porque la sonrisa se apodere de mí.
Muero, busco tus brazos en la obscuridad; busco tu risa atravesar mi mirada, busco tu voz en el viento y tu aliento en mi ser.

Vive, llévame.
¡Siente mi latidos en tu alma!
¡Sientelos!
¡Vívelos!
¡Víveme!

miércoles, 11 de julio de 2012

Pólvora

¿Has sentido el dolor en una mañana lluviosa?
Tal vez no soy todas las cosas que he querido ser, pero sí las que necesito ser.
Tal vez sean sueños muertos y otros rotos, pero son sueños.
Terminé de guardar mis solos de guitarra y veo cómo crece el césped del vecino. 
Es frío y húmedo el día de hoy. 
Estaba buscando en los lugares más recónditos de mi mente algo que me hiciera sentir de aquí, mas no lo encontré.  Quizá es porque no pertenezco a algún lugar.

Tengo miedo de esconder la realidad tras un espejo y taparla con fantasía. 
O de simplemente perderme en ella.
Te miro llegar a lo lejos.
Observo tus gestos desde la ventana donde un pequeño rayo de sol que atraviesa las nubes mata la penumbra de mis pensamientos.
Te siento en mí.

Salgo a encontrarte.
Te abrazo.
Lo sé,  no pertenezco a un lugar.
Pertenezco a ti.
Estallamos la pólvora con un beso.
Nos consumimos.

Soñamos.

Vivimos.

martes, 10 de julio de 2012

Barco de papel

Estoy segura de la realidad, pero más segura de la ficción.
Me encamino hacia el horizonte en donde habitan tus sueños entre el día y la noche.
Subo a mi pequeño bote apenas con una simple vela.
Se aproxima una tormenta, o eso parece.
Al ir acercándome noto que en las nubes negras yacen tus pesadillas entre relámpagos y estruendos.
Eso me aterra, pues me da miedo naufragar y ser consumida por esas pesadillas crueles y dementes que terminan con todo a su paso.
Me asusta no lograr cruzar,  pero debo hacerlo.

Llego al centro de la tormenta, el viento está a mi favor así que logro avanzar más rápido. Después de un rato puedo ver rayos de luz a lo lejos. Es el horizonte despejado, lo estoy logrando.
Pasé la tormenta y me acerco a ese muro de luz y estrellas, tengo muchas ansias y al fin llego. Escalo el muro, es de cristal,  divide a la noche y el día me quedo en el esplendor del rojo y anaranjado en medio del amarillo y el azul. Es maravilloso, puedo ver desde aquí todos los sueños que habitan tu mente y los deseos más perdidos.
Entre mi asombro y curiosidad me atrevo a voltear, ahí estoy yo, me miro a lo lejos, se siente bien,  me llena.

Fue un viaje muy cansado y peligroso pero ahora puedo descansar y cuidar tus sueños.
Me recuesto con cuidado en el fino cristal, ambas piernas colgando, una de cada lado.
Bostezo.
Cierro los ojos.
Suspiro.

Duermo.


Vivo.